lunes, 11 de noviembre de 2013

Manual del guerrero de la Luz..





























Un guerrero de la luz nunca olvida la gratitud. 
Durante la lucha, fue ayudado por los ángeles; las fuerzas celestiales colocaron cada cosa en su lugar y permitieron que él pudiera dar lo mejor de sí. 
Los compañeros comentan: "¡Qué suerte tiene!".
Y el guerrero a veces consigue mucho más de lo que su capacidad permite. 
Por eso, cuando el sol se pone, se arrodilla y agradece el Manto Protector que le rodea. 
Su gratitud, no obstante, no se limita al mundo espiritual; él jamás olvida a sus amigos, porque la sangre de ellos se mezcló con la suya en el campo de batalla. 
Un guerrero no necesita que nadie le recuerde la ayuda de los otros; él se acuerda solo y reparte con ellos la recompensa. 
 Todos los caminos del mundo llevan hasta el corazón del guerrero; él se zambulle sin vacilar en el río de las pasiones que siempre corre por su vida. 
El guerrero sabe que es libre para elegir lo que desee; sus decisiones son tomadas con valor, desprendimiento y —a veces— con una cierta dosis de locura. 
Acepta sus pasiones y las disfruta intensamente. Sabe que no es necesario renunciar al entusiasmo de las conquistas; ellas forman parte de la vida y alegran a todos los que en ellas participan. 
Pero jamás pierde de vista las cosas duraderas, y los lazos creados con solidez a través del tiempo. 
Un guerrero sabe distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo. 
Un guerrero de la luz no cuenta solamente con sus fuerzas; usa también la energía de su adversario. 
Al iniciar el combate, todo lo que él posee es su entusiasmo y los golpes que aprendió mientras se entrenaba.
A medida que la lucha avanza, descubre que el 
entusiasmo y el entrenamiento no son suficientes para vencer: se necesita experiencia. Entonces él abre su corazón al Universo y pide inspiración a Dios, de modo que 
cada golpe al enemigo sea también una lección de defensa para él. 
Los compañeros comentan: "¡Qué supersticioso es!, paró la lucha para rezar, y respeta los trucos de su adversario". 
El guerrero no responde a estas provocaciones. Sabe que, sin inspiración ni experiencia, ningún entrenamiento da resultado. 
Un guerrero de la luz jamás hace trampas; pero sabe distraer a su adversario. 
Por más ansioso que esté, juega con los recursos de la estrategia para alcanzar su objetivo.
 Cuando ve que están acabando sus fuerzas, hace que el enemigo piense que no 
tiene prisa.
Cuando necesita atacar por la derecha, mueve sus tropas hacia el lado 
izquierdo. Si pretende iniciar la lucha inmediatamente, finge tener sueño y se prepara para 
dormir. 
Los amigos comentan: "Ved cómo ha perdido su entusiasmo". Pero él no hace caso 
de los comentarios, porque los amigos no conocen sus tácticas de combate. 
Un guerrero de la luz sabe lo que quiere, y no necesita dar explicaciones.


Paulo Coelho: Guerrero  de  la luz.

Para el guerrero, no existe amor imposible. 

Él no se deja intimidar por el silencio, por la indiferencia o por el rechazo. Sabe que, tras la máscara de hielo que usan las personas, existe un corazón de fuego. 

Por eso el guerrero arriesga más que los otros. Busca incesantemente el amor de alguien, aun cuando esto signifique escuchar muchas veces la palabra "no", regresar a casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma. 

Un guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, él no es nada. 


Cada vez que el guerrero saca su espada, la utiliza. 

Puede servir para abrir un camino, ayudar a alguien, o alejar un peligro. Pero una espada es caprichosa, y no le gusta ver su lámina expuesta sin razón. 

Por eso el guerrero jamás amenaza. Puede atacar, defenderse, o huir, cualquiera de estas actitudes forma parte del combate. Lo que no forma parte del combate es desperdiciar la fuerza de un golpe hablando sobre él. 

Un guerrero de la luz está siempre atento a los movimientos de su espada. Pero no puede olvidar que al espada también está atenta a sus movimientos. 

Y ella no fue hecha para ser usada con la boca. 

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